miércoles, 5 de diciembre de 2012

Repsol - "If" (Poema de Rudyard Kipling) 2007

A veces determinados productos requieren un enfoque especial a la hora de ser presentados al público mediante la publicidad; un coche, una cafetera o unos pantalones pueden ser anunciados en campañas que giren entorno al producto en si o a un estilo de vida relacionado. Sin embargo, en otros casos, como es el de la gasolina, es mejor dejar a un lado posibles controversias que el producto en si pueda acarrear (contaminación, explotación de recursos, especulación financiera...) y dirigir la atención del espectador hacia otra cosa que represente unos valores inspiradores y universales.

La marca Repsol, ya desde hace años, dedica gran parte de su presupuesto a patrocinar eventos deportivos (especialmente de motor) e incluso cuenta con su propio equipo de motociclismo en el que compiten pilotos de la talla de Dani Pedrosa, Casey Stoner o Alvaro Bautista. Esta estrategia comercial busca alejar la imagen de la marca del propio producto, de su precio, proceso de producción o cualidades y acercarse más a otro tipo de figuras.

Los deportistas son a menudo tratados como héroes en la sociedad moderna y probablemente utilizados por  gobiernos e instituciones para crear un clima de unión nacional o simplemente utilizados como "cortina de humo" para desviar la atención de la opinión pública de otros asuntos.

En el caso de la compañía Repsol en su anuncio para televisión de 2007, el echo de utilizar imágenes de pilotos del equipo repsol acompañadas del poema "If" de Rudyard Kipling, de pronunciado corte épico, que realza las cualidades del "caballero" inglés y emite juicios de valor absoluto que pueden llegar a tocar la conciencia de más de un espectador, consigue identificar a la marca Repsol con valores muy distintos de los que habitualmente corresponden a las compañías petroleras.


Aunque en principio se pueda pensar que el anuncio invita a la reflexión, en mi opinión, cuando va acompañado de la gran música (también muy épica) de James Horner y la increible voz del gran José Sacristán produce más un efecto emotivo que reflexivo, lo cual siempre es bueno en casi cualquier campaña publicitaria.

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